Papá: cuatro letras, dos silabas, una palabra, palabra, que frecuentemente es la primera, o una de las primeras que aprendemos a mencionar cuando somos bebes, y que desde entonces, marca el comienzo de una de las relaciones más hermosas de la vida, comparable solo con la que establecemos con nuestra madre.
Papá, un ser que por naturaleza, tiende a ser el hombre fuerte del hogar, el capitán de la embarcación llamada familia, el jefe, un ser que en muchos casos no suele ser tan expresivo en sentimientos como una madre, pero que siempre, es el ejemplo a seguir, la guía, la raíz del árbol, el ángel protector de los suyos, el valiente, el fuerte, el todopoderoso, el que es capaz de dar la vida por sus hijos, el hombre que nunca se queja, jamás se raja y que ante cualquier adversidad se mantiene de pie, firme como un roble, brindándonos protección bajo su sombra, llenándonos de frutos, como el amor y los consejos que nos da día a día, siempre presente, y en muchos casos incomprendido.
Hoy, dicen que se celebra el día del padre, para mí, un padre no tiene solo un día, puesto que a diario lo es, más que una celebración anual, deberíamos honrarlos y demostrarles nuestro amor y cariño los 365 días del año.
Muchos, ya no tienen la dicha de tener un padre, del cual seguir aprendiendo y recibiendo amor, consejos y regaños; sin embargo seguro desde donde estén, siguen viendo por nosotros, y su recuerdo, sus palabras, sus lecciones, permanecen intactos en el corazón y en la memoria de quienes hoy físicamente ya no lo tienen a su lado.
En lo personal, aún tengo la dicha de contar con mi viejo, un hombre excepcional, que no me importa discutir si es o no el mejor padre del mundo, para mí lo es, y lo será siempre, que como todo hombre tiene errores y defectos, los cuales no soy quien para juzgar, lo que si puedo decir, es que gracias a él y a mi madre, soy lo que soy.
Al día de hoy, ya son 21 hermosos años de tenerlo como mi padre, de aprender día a día algo nuevo junto a él, de sus consejos, de sus vivencias, 7300 días de alegrías, tristezas, risas y llantos, pero que a su lado y al de mi madre, han significado mi vida entera.
Físicamente, somos casi idénticos, el color de piel, los rasgos de nuestro rostro, son aspectos muy similares, emocionalmente quizá no seamos tan parecidos, él es muy extrovertido, y yo no tanto.
Aún así hay cosas que nos unen además de la sangre que es lo más importante, amamos los números, el gusto por la arquitectura y el diseño, somos fans del mismo equipo de fútbol, y de los mismos grupos y géneros musicales, por citar algunos ejemplos.
Recuerdo perfectamente con alegría, y al hacerlo, en mi rostro se dibuja una sonrisa, aquellos lejanos días de kinder y primaria, cuando te lloraba, porque no me dejarás solo, por que no soltarás mi mano.
Aquellos bellos días, y mañanas frías cuando en tus hombros me llevabas a la escuela, las tardes en las que te lloraba por que jugaras futbol conmigo, y en algunas ocasiones, sin importar tu cansancio, lo hacías; esas noches de “desvelo”, en las que me acostaba a dormir cerca de las 11 de la noche haciendo tarea de matemáticas, física o química, y en la cuales, siempre resultaste ser, mi mejor maestro.
Como olvidar también, los momentos de enfermedades, en las que aún siendo de noche o madrugada, corrías sin importar tu sueño, con el único fin, de conservar a tu hijo sano.
Los momentos de caprichos, en los que el niño, quería dulces, comidas o juguetes, y que pese a no contar con el dinero en ese tiempo, jamás me dejaste con algún antojo o deseo por algún juguete caro o extraño.
Los bailables, los cumpleaños, mis eventos importantes, siempre, siempre, has estado a mi lado!
Papá, hoy más que nunca, valoro tu esfuerzo y dedicación, nadie te enseño a ser padre, la vida misma te ha guiado, de ti, no tengo queja, aprecio tus regaños, y todo lo que me has dado, gracias a ti, y a mi madre, hoy soy un hombre.
He crecido, y físicamente soy más alto que ustedes, pero el corazón enorme que tienen, al día de hoy, no lo he alcanzado, quizá lo alcancé el día en que dios me de la dicha de ser padre, y predicar con mis hijos, el buen ejemplo, que tu y mamá me han dado.
Pasados 21 años, no tengo, ni tendré con que agradecer todo lo que has sido en mi vida, sin duda alguna, si tuviera una segunda vida, y la oportunidad de elegir a mis padres, los volvería a escoger a ustedes, y no los cambiaria por nada.
Hoy, le pido al creador, me conceda la dicha de tenerte conmigo muchos años más, no me canso de decir, que el tenerte a ti y a mi madre, es la bendición más grande que dios me pudo dar.
Quizá no tengo el dinero, para darte lo que te mereces, por eso, pese a los regalos, lo más grande que te puedo dar, es retribuir tanto cariño y amor que me has dado, con acciones, y estas líneas, son con todo el corazón dedicadas para ti, junto a los muchos o pocos éxitos que he tenido y que tendré, y constituyen muestra fidedigna, de un talento que te herede a ti y a mi abuelo q.e.p.d, la facilidad de palabra.
Papá, hoy, mañana y siempre…te amaré.